En medio de una creciente crisis hídrica mundial, Beijing se consolida como una de las ciudades más eficientes del planeta en el uso del agua. Con un consumo per cápita de 167.3 litros diarios en 2023, la capital china contrasta con otras metrópolis como la Ciudad de México, donde el promedio diario es de 300 a 360 litros, según datos de la Secretaría de Gestión Integral del Agua. Este dato pone en evidencia la necesidad de adoptar estrategias más estrictas de eficiencia hídrica en México.
Beijing, una de las ciudades más pobladas y semiáridas de China, convirtió la eficiencia hídrica en una prioridad. Desde 2020, el gobierno chino implementó un plan estratégico que limita el consumo y promueve una nueva cultura del agua hacia 2035. Medidas como tarifas escalonadas, multas por despilfarro y topes de consumo están en marcha. Además, la capital china invirtió en tecnología y renovación de infraestructura para reducir fugas y reciclar agua.
Una de las innovaciones más llamativas se aplica en gimnasios: los usuarios activan la regadera con una pulsera que les da 240 segundos de agua continua; luego reciben otros dos ciclos de 99 y 70 segundos, totalizando 6.8 minutos de ducha por persona.
De acuerdo con reportes periodísticos en 2024, el consumo total de agua en Beijing para actividades productivas y uso doméstico fue de 2,534 millones de metros cúbicos. De esa cantidad, más de 140 millones provinieron de agua regenerada. Además, en sectores como jardinería y limpieza urbana, el 30% del agua utilizada corresponde a fuentes recicladas.

Resultados de una estrategia sostenible en Beijing
Beijing logró que cada metro cúbico de agua genere 1183 yuanes de PIB, ubicándose como la ciudad más eficiente del país en términos de productividad hídrica. La capital también construyó o renovó cerca de 6,800 hectáreas de riego eficiente, eliminó 32 proyectos industriales de alto consumo, renovó 200 kilómetros de redes para reducir fugas al 8.5%, y promovió la venta de más de 14,000 electrodomésticos ahorradores.
Asimismo, emitió bonos verdes por 1,500 millones de yuanes y otorgó créditos especiales para proyectos de ahorro de agua. Estas medidas están acompañadas de campañas educativas y de contratos de gestión del agua con inversión social.
Un modelo replicable para otras ciudades del mundo
Aunque la escala y condiciones de Beijing son particulares, su estrategia ofrece enseñanzas valiosas para otras grandes ciudades que enfrentan retos similares. Por ejemplo, la Ciudad de México registra uno de los consumos de agua más altos del mundo y enfrenta severas pérdidas por fugas, una cultura de uso intensivo y tarifas poco incentivadoras.
Aprovechar modelos como el de Beijing no implica copiar, sino adaptar soluciones exitosas. Implementar mecanismos como agua reciclada para jardinería, incentivos para electrodomésticos eficientes, sistemas inteligentes de medición y mayor regulación sobre el uso doméstico puede marcar una diferencia sustancial en ciudades con altos niveles de estrés hídrico.
El caso de Beijing demuestra que, con voluntad política, inversión y participación ciudadana, es posible transformar una ciudad vulnerable en un referente mundial. Apostar por la eficiencia hídrica no es solo una opción técnica, sino un camino hacia la sostenibilidad, la seguridad hídrica y la justicia ambiental.