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La Comisión Europea presentó una nueva Estrategia de Resiliencia Hídrica con la que busca restaurar y proteger el ciclo del agua, garantizar el acceso equitativo y construir una economía hídrica sostenible, en respuesta al aumento de eventos extremos como sequías en el norte e inundaciones en el sur del continente. El plan llega en un contexto en el que Europa se calienta al doble de velocidad que el promedio mundial y más del 30 por ciento de su territorio enfrenta escasez de agua cada año.

“No es solo una política. Es un cambio de mentalidad”, dijo Teresa Ribera, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión, al presentar la estrategia junto con Jessika Roswall, comisaria europea de Medio Ambiente. Ribera insistió en que la seguridad hídrica debe convertirse en la base de toda la actividad económica, social y ambiental. 

“Desde la agricultura hasta la tecnología y la industria, todo depende de la fiabilidad del agua”, dijo. 

Estrategia

La estrategia de Resiliencia Hídrica, que no implica nueva legislación, se presenta como una hoja de ruta para apoyar a Estados miembros, sector privado, agricultores y ciudadanía en la adopción de medidas que reduzcan la presión sobre los recursos hídricos.

La clave, subraya Bruselas, es la acción colectiva.

Resiliencia Hídrica: restaurar el ciclo hidrológico

Uno de los pilares de la estrategia es la restauración del ciclo del agua. La Comisión propone mejorar la retención natural, proteger humedales y cuerpos de agua, y reducir las fugas en las redes públicas de agua, que actualmente oscilan entre el 8 por ciento y el 57 por ciento en distintos países de la Unión. También se promueve el uso de soluciones basadas en la naturaleza y la modernización de infraestructuras.

Las inundaciones ocurridas entre 1980 y 2023 dejaron pérdidas por más de 325,000 millones de euros en la región, una cifra que pone en evidencia los costos crecientes del deterioro hídrico. En paralelo, fenómenos como la desertificación afectan ya a países del norte, y el 74 por ciento del territorio español se encuentra en riesgo, según un informe reciente de la Comisión.

Transformar la economía del agua

El segundo eje plantea convertir al agua en un activo estratégico para el crecimiento económico, con inversiones en innovación, tecnologías digitales y eficiencia. Actualmente, el sector del agua en la UE genera 111 mil 700 millones de euros y emplea a 1.6 millones de personas, pero solo el 2.4 por ciento de las aguas tratadas se reutilizan.

Roswall reconoció que el continente “usa mucha agua, pero la reutiliza poco”, y destacó el papel de países como Chipre y España en la adopción de estas prácticas. La Comisión aspira a que la eficiencia hídrica aumente del actual del uno por ciento al menos al 10 por ciento para 2030, un objetivo que —aunque no vinculante— busca incentivar la reducción de la demanda antes de explotar nuevas fuentes.

En cuanto al financiamiento, se plantea una combinación de fondos públicos y privados, incluyendo incentivos para modernizar equipos y tuberías, así como el uso de bonos verdes y créditos para proyectos de ahorro de agua.

La tercera línea estratégica promueve el acceso igualitario al agua limpia y segura para todas las personas. Bruselas subraya que este recurso no puede seguir tratándose como infinito y debe reconocerse como bien común. “Tenemos que actuar ya para garantizar el suministro de agua para las próximas generaciones”, advirtió Roswall.

Aunque algunas organizaciones ambientalistas criticaron la falta de medidas vinculantes, especialmente sobre contaminantes como las PFAs (sustancias químicas persistentes), la Comisión sostiene que la prioridad debe centrarse en implementar la legislación existente y avanzar en su cumplimiento.

La estrategia apuesta por que cada Estado miembro diseñe planes nacionales de resiliencia hídrica alineados con estos principios y con los compromisos del Pacto Verde Europeo. La meta es clara: una Europa más segura, competitiva y sostenible desde el agua.