Skip to main content

Frente a una sequía histórica que golpea a Chile desde 2010, científicos del Centro Desierto de Atacama (CDA), de la Pontificia Universidad Católica, están recurriendo a una solución tan antigua como visionaria: capturar el agua de la niebla. La propuesta se materializa en el mapa del agua de la niebla, una plataforma interactiva que será lanzada el próximo 2 de junio y estará disponible gratuitamente para todo público.

Este innovador mapa permitirá identificar zonas del territorio chileno con presencia constante de niebla, aptas para instalar atrapanieblas, una tecnología desarrollada hace 70 años en Chile por el físico Carlos Espinosa. Estos dispositivos, formados por mallas que condensan la humedad del aire, pueden producir hasta 10 litros de agua por metro cuadrado al día en regiones como Alto Hospicio.

El proyecto, liderado por la geógrafa Virginia Carter y el director del CDA, Camilo del Río, abarca una red de más de 20 estaciones de monitoreo, cubriendo desde Arica hasta el Maule. Además de ubicar zonas estratégicas, el mapa incorpora análisis estacionales y variables climáticas que facilitan decisiones informadas sobre la instalación de sistemas de captación.

Chile apuesta a modelo de alcance global

Carter explicó que este desarrollo se apoya en el modelo predictivo AMARU, que cruza datos meteorológicos y sensores remotos, y podría ser replicable en países con condiciones similares. “La idea es que este modelo pueda tener un alcance global”, señaló la investigadora, quien además capacita comunidades en la construcción de atrapanieblas.

Uno de los estudios más destacados del proyecto, publicado en Frontiers of Environmental Science, se centró en Alto Hospicio, donde viven más de 120 mil personas que dependen de acuíferos en riesgo. Gracias al análisis realizado entre agosto y septiembre de 2024, se comprobó el alto potencial de captación en la zona.

Captación de niebla: herencia cultural

Este avance tecnológico se suma a una tradición ancestral de uso del agua en el desierto. Según el arqueólogo Lautaro Núñez, culturas precolombinas ya aplicaban técnicas para trasladar agua entre la costa y zonas interiores, utilizando vejigas de lobos marinos. Así, la captación de niebla no sólo es innovación: es también herencia cultural.

A nivel institucional, el proyecto ha recibido apoyo del Ministerio de Bienes Nacionales, la Dirección General de Aguas y varias organizaciones aliadas, consolidando una sinergia entre ciencia, política y comunidades.

La creación del mapa del agua de la niebla no solo representa un hito tecnológico, sino también una herramienta crucial para enfrentar los impactos del cambio climático. Como explica Carter: “Queremos potenciar el uso del agua de la niebla como recurso hídrico complementario en zonas vulnerables”.

Aunque inicialmente se desarrolló para el contexto chileno, la flexibilidad de la herramienta y el acceso libre a los datos abren la posibilidad de su adopción en otros países con condiciones climáticas similares. Ya se piensa en llevar esta solución a regiones áridas de América Latina, África y Medio Oriente.

En tiempos donde el acceso al agua es cada vez más crítico, la niebla —ese recurso invisible— podría convertirse en una nueva esperanza. Y con un mapa en mano, el camino hacia la sostenibilidad hídrica está más claro que nunca.