El acceso al agua y al saneamiento es una problemática que afecta de manera desproporcionada a las mujeres en el mundo. En los hogares, son ellas quienes mayormente asumen las tareas que requieren un uso intensivo de agua, lo que acentúa la desigualdad en la distribución del trabajo doméstico.
En los hogares de México, en los que es necesario acarrear y almacenar agua, las mujeres dedican el 64% del tiempo dedicado a esta actividad. Esto es casi el doble del tiempo que los hombres destinan a esta labor, que es el 36% restante, según datos del Inegi.
“Lamentablemente para buscar el agua, la responsabilidad recae en mujeres y niñas, quienes tienen que buscar el agua… Son horas de camino, de ida y vuelta, todos los días, para buscar agua y, lamentablemente, les perjudica”, señaló José Moya Medina, representante de la OPS/OMS en México.
En el mundo, la situación no es distinta. Según datos del Instituto Europeo para la Igualdad de Género, en 2022 las mujeres realizaron el 74.5% de las tareas domésticas en España, una tendencia que se replica a nivel global y que en Latinoamérica y el Caribe se intensifica, donde dedican tres veces más tiempo que los hombres a estas labores.
La problemática no se limita al hogar. En el ámbito agrícola, las mujeres representan el 43% de la fuerza laboral en países en desarrollo, pero sólo poseen el 1% de la tierra, lo que las excluye de decisiones clave sobre el uso del agua para riego.
También enfrentan mayores riesgos de seguridad debido a la falta de instalaciones sanitarias seguras, afectando su privacidad, salud y participación en la educación y el empleo. La higiene menstrual sigue siendo un desafío en muchas regiones, con millones de niñas dejando de asistir a la escuela por falta de infraestructura adecuada.
Las soluciones incluyen la inversión en agua y saneamiento con perspectiva de género, la participación activa de las mujeres en la toma de decisiones hídricas y el acceso equitativo a la propiedad de la tierra. Programas como el Fondo de Cooperación para el Agua y Saneamiento (FCAS) han impulsado procesos participativos en países como México y Bolivia, promoviendo la equidad en la gestión del agua.
Este 8 de marzo, recordemos que cerrar la brecha de género en el acceso al agua es clave para construir sociedades más justas y sostenibles. La lucha por la igualdad es transversal e interseccional, y el derecho al agua es fundamental para garantizar una vida digna para todas las personas.