En un esfuerzo por proteger una de las fuentes hídricas más emblemáticas de la capital, un equipo multidisciplinario de investigadores de la UNAM y habitantes de Santa Rosa Xochiac trabajan para recuperar el manantial Ojo de Agua, ubicado en los límites del Desierto de los Leones.
La iniciativa, encabezada por el Grupo de Investigación en Gestión Integral del Agua Subterránea (GIGAS) de los institutos de Geofísica y Geología de la UNAM, busca enfrentar los retos actuales en el manejo del agua mediante soluciones sustentables, técnicas de captación pluvial y estrategias de autogestión hídrica.
Mario Alberto Hernández Hernández, investigador adscrito al Instituto de Geofísica, señaló que este manantial ha sido históricamente la principal fuente de agua para la comunidad, tanto para su consumo diario como para prácticas culturales tradicionales. Sin embargo, la sobreexplotación de los acuíferos en la metrópoli disminuyó significativamente su descarga.
“Se rompió la conexión natural entre el acuífero y el manantial. Esto nos obliga a repensar cómo manejamos el agua desde un enfoque integral y local, en el que la comunidad participe activamente”, explicó.
Estas son las acciones que se impulsan
El proyecto impulsa acciones concretas como la rehabilitación de tinas ciegas, represas de mampostería y estructuras con gaviones y madera que permiten la retención de lluvia y su infiltración al subsuelo.
También se instalaron sistemas de captación de agua pluvial en viviendas, conocidos como “techos urbanos”, para su uso en riego y limpieza, disminuyendo la presión sobre el suministro público.
Una de las próximas fases incluye la instalación de una estación climática que recopile información precisa sobre la precipitación, temperatura y evaporación, lo que permitirá anticipar eventos extremos y ajustar las estrategias de gestión del recurso.
Asimismo, se trabaja en la delimitación de zonas de recarga del acuífero y en la implementación de sensores que midan en tiempo real el volumen de agua captada. Esto permitirá evaluar con mayor precisión la eficiencia de las acciones emprendidas y reforzar la planificación territorial.
Participación social, clave para el proyecto
La participación social ha sido clave para el éxito del proyecto. Talleres comunitarios, jornadas de reforestación y campañas educativas han generado una cultura de corresponsabilidad y conservación del recurso.
“La comunidad ha respondido de manera ejemplar. Se han sumado al diseño de mapas colaborativos, registro de testimonios y construcción de soluciones colectivas”, afirmó Hernández.
También se desarrollaron sistemas de almacenamiento y distribución de agua para abastecer zonas vulnerables, mejorando la calidad de vida de muchos hogares en la alcaldía Álvaro Obregón.
Pese a los avances, el investigador reconoce que todavía hay retos por superar: ampliar la infraestructura de captación, actualizar los equipos de monitoreo y profundizar en el estudio del cambio climático en la región.